Había una vez un pueblo que se llamaba Pueblo, si señor, que cuentan que cuando terminaron de construirlo todo, estaban tan cansados que no les quedaron ganas ni fuerzas para ponerse a pensar en otro nombre. Pues bien, en Pueblo,» hubo un verano tan tan caluroso, que hasta las nubes tuvieron que usar sombrilla para protegerse de los rayos del sol». Una noche, ya que de día resultaba imposible, los vecinos se reunieron en la plaza para pensar y decidir soluciones a este problema, pues no estaban dispuestos a que las vacas siguieran dando leche caliente y los bizcochos se hicieran sin horno. Pusieron en funcionamiento mil ideas, construyeron un iceberg en la plaza con los cubitos de hielo de todos los vecinos, pero nada de nada, que no funcionó; llenaron globos de aire del Polo Sur y los dejaron escapar al cielo, pero nada de nada, no funcionó, hasta que a un señor mayor del pueblo se le ocurrió que podrían construir un cometa que llevara un clarito mensaje al sol:»Un poco menos de calor, por favor». Parece que aunque el sol no hizo caso a este mensaje tampoco, siguieron dándole vueltas a la misma idea y… si no quieres seguir con la intriga, te sugiero que te leas esta historia que se titula El monumento a la cometa.
Escrita con mucho humor por Paco Mir, uno de los integrantes del grupo Tricicle e ilustrada por Raquel Díaz Reguera, una sevillana que no para de publicar y a la que ya han concedido varios premios, El monumento a la cometa es un álbum ilustrado editado por Thule que seguro encantará a todas y todos los que tengáis entre los 6 y los 106 años de edad.
