Una llamada de teléfono nos pone sobre aviso. Es Estrella Borrego, la editora de Los libros del Zorro Rojo: -Si nos lleváis al aeropuerto, nos da tiempo de pasar unas horas con vosotros. Sobre la marcha y como solemos decir aquí, mejor que planeado, nos fuimos directos un domingo y abrimos Rayuela, para conocer, nada más y nada menos, que a Emily Hughes.
Un encuentro especial con Emily Hughes
Emily Hughes, esa joven ilustradora hawaiana que tanto admiramos, nosotros y medio mundo ya, porque nadie ha podido resistirse a la mirada de esa niña que luce la cubierta de su famoso álbum Salvaje.
Nada más encontrarnos, las barreras idiomáticas se diluyen gracias a una mirada directa y clara de Emily y a un estar tan natural, tan espontáneo y tan afectivo que hace que te relajes y disfrutes del momento. Lo demás, lo dejamos en manos de Estrella.
En el escaparate, antes de entrar en Rayuela, Emily descubre su último trabajo publicado en castellano, Cómo hacer una casa en un árbol. Un libro hermoso, que, tan solo abrirlo, ya nos invita a observar, a explorar y a descubrir toda una inmensidad de situaciones y momentos que expresan mucho, pero que cuentan y hablan sobre todo, del juego natural del niño, de ese juego no dirigido, de ese que tanto necesita una niña y un niño para hacerse y para crecer.
Se pasea por Rayuela sorprendida, sin dejar de mirar los libros que alcanzan a su vista y comenzamos a intercambiarnos preguntas y respuestas como si nos conociéramos de toda la vida.
No podemos dejar de preguntarle por esas constantes que llaman la atención en su obra, esa dedicación minuciosa que le hace expresar con verdadero entusiasmo ese gozo de libertad en niños y niñas y ese afán de regalarnos la vista con tanto escenario lleno de naturaleza desbordante. Y entendemos que su infancia en Hilo (Hawai), tiene algo o mucho que ver.
Naturaleza y niños libres, que binomio tan sincero y tan auténtico
Repasamos con ella las páginas de Como hacer una casa en un árbol y no se nos pasa por alto el texto tan poético de Carter Higgins, que traspasa el plano informativo con tanta suavidad, que resulta fácil sentirse arropado con sus palabras.
Emily Hughes nos cuenta que ha dibujado a más de 200 niñas y niños para este libro, todos ellos diferentes, unas contentas, otros enfadados, muchos diligentes, ágiles, algún miedoso, de razas y culturas diferentes, hasta alguno en silla de ruedas. Y también ha dibujado muchas casas, cada una con su árbol inseparable.
Casas para contarse secretos, para dormir juntos, para ver más cerca el sol de la mañana y las estrellas de la noche, para sentirse protegidos, casas para leer mundos infinitos, para correr aventuras. Algunas casas posibles, otras imposibles, todas imaginadas, pero sin duda, lo que te atrae como un imán, lo que te mueve a escudriñarlas es algo más…
Emily dibuja casas que son verdaderos refugios llenos de vida
Los relojes nos llaman, hay que irse a comer algo, el avión no espera. Hablamos de cómo llegó hasta Londres a estudiar desde Hawai, de su familia, de su vida cotidiana y de lo que le hubiera encantado tener una casa en un árbol. Entonces, en voz baja, se lo confesamos: -Sí, Emily, nosotros sí tuvimos una casa en un árbol, encima de un alcornoque y muchas niñas y niños, además de nuestros hijos, la disfrutaron durante años. Y rápidamente se puso a dibujar la casa que tuvimos y hasta nos ha dibujado a nosotros asomados a la ventana.
Como lo prometido se cumple, las llevamos al aeropuerto. Ya no podemos contar más de ese encuentro breve, pero intenso.
Sólo queremos constatar lo que muchos ya saben, que Emily huele… a sinceridad y a mucha honestidad con su trabajo. Ojalá que se haya llevado con ella un poquito de nuestro aroma rayuelero.
Si queréis saber un poquito más de esta maravillosa autora, no os perdáis esta entrevista, que bien merece la pena ver.